domingo, 28 de julio de 2019

La suegra - Teatro para hacer en clase


PERSONAJES (3)
ÉL (NOVIO)
ELLA(NOVIA)
MADRE
ÉL: Mamá, mamá...

ELLA: No la molestes, ya vendrá

ÉL: Te encantará la vieja, vas a ver.

ELLA: Tengo unos nervios!

ÉL: Tranquilizate che! Es bárbara la jovata! No te va a comer!

MADRE: (saliendo) ya estás aquí nene?!

ÉL: Ella es Laura mamá!

MADRE: Laurita querida!, tantísimo gusto.

ELLA: Igualmente señora Carola. (besos)

MADRE: Eres encantadora. Te felicito hijo!

ELLA: José me habló tanto de Usted.

MADRE: Ah! Él es la luz de mis ojos, desde que se fue el finadito, que Dios lo tenga en la gloria, él es todo para mí.

ÉL: Buenos, las dejo para que conversen a gusto (le da un beso a la novia). Ya vengo (Comienza a salir)

MADRE: Y a su madre no le da un beso?

ÉL: A la vieja más buena del mundo? (le da un beso aparatoso y sonoro)

MADRE: Viejos son los trapos che! Andá, sinvergüenza (José sale)

ELLA: Estoy contenta de haber venido.

MADRE: Chusmeemos un poco, Laurita... ¿cómo te trata mi hijo?

ELLA: No entiendo

MADRE: José, ¿cómo se porta con vos?

ELLA: Ay! Es divino! Tan cálido! Tierno! (gestos de la madre de celos con cada palabra de 
ella)

MADRE: ¡Hum! Bueh!, es cierto, es tan bueno! (intencional) Lástima cuando se enoja!

ELLA: ¡Nunca se enoja!

MADRE: ¿Ah no? Tenés razón querida, es un pan de Dios. Claro, por ahí tiene sus arranques, pero se le pasan enseguida (llorisquea un poquito). Después del tratamiento quedó bien…

ELLA: ¿Qué tratamiento?

MADRE: ¿No te contó? Bueno, no es nada (pausa) le venían unos ataques, ¿viste? (no le da importancia) entraba a romper todo pero ya está bien, desde la semana pasada que no rompe nada. ¡Se ve que vos lo tranquilizás bastante!

ELLA: ¿Ataques? ¿La semana pasada?... (reacciona) Ah sí! Algo me contó.

MADRE(Falsa): Ah, pero de algo estoy feliz; José ha madurado mucho, eso te lo debe a vos Laurita. ¡Qué alegría me das! ¡Te juro, estaba tan preocupada! ¡Pero lo que es tener una buena novia al lado! Eso sí, vas a tener que aprender a tratarlo, el nene es muy exigente!

ELLA: ¿Cómo exigente?

MADRE: Te cuento, a la mañana temprano le tenés que preparar un jugo de naranjas y se lo llevás a la cama, sin semillas ¿eh? No aguanta las semillas. Ayer le preparé el jugo como siempre y tenía una semilla, ¿sabés qué? ¡Me tiró el vaso por la cabeza!

ELLA: ¡Dios mío!

MADRE: Lo hace de puro consentido. ¡Es tan cariñoso! Después hay que dejarlo dormir hasta las diez y prepararle un café , cargado, con tostadas. Cuidado con las tostadas, tienen que estar a punto. Ayer nomás se me quemaron un poco y ¿sabés qué?

ELLA: ¡Ya sé! ¿Le tiró con las tostadas por la cabeza?

MADRE: ¡Me tiró con la tostadora el nene! ¡Él es así! Claro, a lo mejor cuando se case cambia. ¿Uds. Piensan casarse pronto?

ELLA: Sí, pensamos, estamos buscando casa.

MADRE. Es lo primero hija, el casado casa quiere, los esposos tienen que vivir solos.

ELLA: Que suerte que piense así. ¡No lo esperaba!

MADRE: ¡Por favor querida! Te digo más, fijate que, no,... dejá, no tiene importancia...

ELLA: Cuente, cuente.

MADRE: Uds. Tienen que luchar para conseguir una casita para Uds, pero mientras tanto, podrían arreglar la pieza de José, le hacen otra cocina. Por un tiempo nada más! Hasta que consigan algo... hacen un bañito también.

ELLA: Ya lo hablamos con José y decidimos no molestarla, además como Ud. dijo (con intención) el casado...

MADRE: (interrumpiendo) ¿Molestarme a mí? ¿A mí?!! ¿Cómo se te ocurre?, no m’hijita. Tenía miedo de decírtelo. Qué va pensar esta chica me decía... no sabés lo contenta que estoy que te guste la idea.

ELLA: (cortada) la idea me gusta, pero le repito...

MADRE(Tajante) No se hable más entonces. Si te gusta la idea los voy a ayudar. ¡Ah eso sí! Me ponen un timbre para que llame al nene.

ELLA: (desolada) ¿Un timbre?

MADRE: Querida! La jaqueca me vuelve loca. El nene me pone unos paños fríos y me hace masajes en la espalda. Tiene que estar cerca de mí (dulce) dos ó tres noches por semana nada más.

ELLA: Pero Ud. Dijo que...

MADRE: (entusiasmada) Mirá, el finadito me dejó una casa en Atlántida. Se las presto para que pasen la luna de miel, ¿qué te parece? (sin esperar respuesta) No, no es nada, no me agradezcas... una madre, es una madre!

ELLA: ¿Sabe qué pasa Carola? A mí me gusta ir al Hotel... que me atiendan.

MADRE: (contentísima) Para qué estoy yo? Me voy con Uds... y les preparo la comida. Les llevo el desayuno a la cama, las tostadas para el nene, el juguito de naranja...

ELLA: Ya sé, sin semillas.

MADRE: Últimamente él se quedaba poco en casa, pero ya no, ¡ah! Se ve que sos todo para él, fijate que hace como dos meses que ninguna chica lo llama.

ELLA(sorprendida) ¿Y antes lo llamaban?

MADRE: ¡Es un picarón!, cinco o seis chicas por día. Siempre una diferente. Es así, él las cambia enseguida... pero no te preocupes, ya hace como dos meses que no lo vienen a buscar, cuánto te lo agradezco. A propósito, hace mucho que salís con él?

ELLA: (con bronca) ¡Ya cumplimos el año Carola!

MADRE (tose) ¿Cómo pasa el tiempo, no?

ELLA: (Comienza a caminar confundida) ataques...mujeres... tostadas... rompe todo...´

ÉL: (entrando) ¡Buenas! (Laura camina amenazante hacia José)

MADRE: ¡Te felicito hijo! Nos vamos a llevar muy bien con Laurita.

ELLA: (amagando con la cartera) así que amiguitas eh?

ÉL: ¿Qué decís? ¿Estás loca?

ELLA: (Le pega un carterazo) Todas las semanas una distinta, ¿eh? ¿Así que te llaman por teléfono? (José se ataja sin reaccionar, extrañado) y encima neurótico, sos? Así que hasta el mes pasado, ¿eh? (a carterazos lo saca de escena).

MADRE: ¡Lo que es el instinto de madre! ¡Apenas la vi me di cuenta que era muy poco para mi hijo! ¡Qué carácter Dios mío, bien podrido.... y se hacía la mosquita muerta!... Pobre mi hijo! Menos mal que me todavía estoy viva para protegerlo… (largo suspiro de madre)


TELÓN

El aula - Teatro para hacer en clase

PERSONAJES (8)
Profesor
Agustina
Luisa 
Manuela 
Sofía 
Madre 
Inspector 
Novia

      Los alumnos ya están en clase… Entra el profesor

Profesor - Buenos días… Pónganse de pie los que estaban sentados y siéntense los que estaban de pie… (Los alumnos obedecen).  Bueno ayer quedamos en que dos y dos son cinco, ¿no?

Agustina - Señor profesor, ¿no eran siete?

Profesor - Depende, Agustina, depende. Pero bueno, ahora que están todos atentos, aprovecharé para hacer unas preguntas, ¿Ok? A ver. Tú Luisa, dime dos pronombres.

Luisa- ¿Quien? ¿Yo?

Profesor - Muy bien, si Luisa, dos pronombres… Ahora tú, Manuela, dime una palabra que empiece por "jota"

Manuela - ¿Hoy?

Profesor - ¿Hoy?.. Claro, no va a ser mañana

Manuela - Perdone profe, quiero decir que hoy es jueves, que empieza por "j"

Profesor - Pero muchacho, si hoy no es jueves… da igual… A ver tú, Luisa!! ¿Qué haces? ¿Por qué te das golpes con la cabeza?...Vas a romper el pupitre

Luisa- Es que no lo entiendo...

Profesor - ¿Qué es lo que no entiendes?

Luisa- Que "todo junto" se escribe separado, y "separado" se escribe todo junto...

Profesor – Déjalo, Luisa, que te puede explotar la cabeza... Piensa en otra cosa.

Sofía - Profe , profe , profe; tengo una duda....

Profesor - A ver si te la puedo ampliar… Sofía, ¿cuál es tu duda?

Sofía - Profe,"ayer" ¿se escribe con hache?

Profesor - No

Sofía - ¿Y "hoy"?

Profesor - "Hoy " sí, Matías, "hoy" sí

Sofía - ¿Y cómo puede cambiar tanto de un día para otro? (Golpean la puerta, es la madre de Agustina)

Madre - Perdone que interrumpa, señor profesor, pero es que tengo que averiguar si es cierto lo que me cuenta mi hija, aquí presente...

Profesor - No es una manera muy correcta de entrar, pero tengo curiosidad... ¿qué le cuenta su hija?


Madre - Pues que usted le hace a la pobre chica las preguntas más difíciles. ¿Es verdad?

Profesor – No, señora madre, nada fuera de su capacidad… Precisamente ahora estaba preguntando a los alumnos... ¿Quiere usted comprobar las preguntas?

Madre - Si, claro, a eso he venido.

Profesor - Está bien… Vamos a ver, Agustina. No te pongas nerviosa y contestá: ¿cuánto son dos más dos?

Agustina- (Mirando a su madre). ¿Ves, mamá?, ¡ya empieza!

Profesor - ¿Se convence usted señora madre?... Además, tengo que comunicarle que su hija ha copiado en un escrito. Lo supe en seguida, al corregir la prueba… Le copió a Miguel.

Madre - ¿Y como sabe usted que le copió a Miguel y  que no fue al revés?

Profesor - Pues porque Miguel, en la 3ª pegunta escribió: " Esta no me la sé", y su hija, en la misma pregunta, puso” yo, tampoco”… ¿Qué le parece?... ¿Se convence usted?

Madre - Qué vergüenza hija… Qué ridículo me has hecho pasar. Gracias profesor… (se retira)

Profesor - Seguimos preguntando… A ver tú, Manuela, ¿qué es un polígono?

Manuela - ¿Es un señor que tiene muchas mujeres?

Profesor - No sé si reír o llorar… A ver, Agustina, ¿quién escribió El Quijote?


Agustina– (a punto de llorar) Yo no fui profesor… ¡yo no fui! (se va llorando)

Manuela - Profe, Agustina nunca cuenta mentiras… Si dice que no fue, es que no fue.

Profesor –No entiendo nada. (Entra un señor elegante, hablando por teléfono)


Inspector – Eh…sí, listo, mi vida, te consigo el trabajo en un minuto, ya vas a ver… (al profesor) Buenos días. Soy el inspector de Educación Secundaria, He visto salir a una alumna llorando. ¿Qué pasa?


Profesor - Que estoy desesperado, señor inspector. Aquí nadie escribió El Quijote... la alumna que vio dice que ella no fue… ¿qué le parece?, ¿qué podemos hacer?


Inspector - Pero, señor profesor, tenga paciencia. Menos mal que he llegado yo... (Se dirige a los alumnos) "El Quijote no es un graffiti ni nada de eso. Es una obra muy famosa de la literatura española, escrita por un no menos famoso escritor, llamado  Mario Benedetti.

Profesor (Llevándose las manos a la cabeza): -Ay, nooo!!! Esto es mucho para mí…¡Renunciooo!

Novia (desde la puerta) _Corazón… ¿Está listo lo que me prometiste?

Inspector _Claro, divi… eh… claro, señorita Fagúndez, claro. Chicos: ¡les presento a la nueva profesora!

Los sordos (Germán Berdiales)


PERSONAJES
El Pasajero
El Chacarero
La Patrona
La Sordita

EL PASAJERO (apareciendo a espaldas del chacarero): ¡Eh, buen hombre!... ¡Buen hombre! (como el chacarero no le atiende) ¡Ni que fuera sordo como yo! (le toca un hombro) ¡Oiga!  

EL CHACARERO: ¡Hola! ¿Qué tal? ¿Qué desea?

EL PASAJERO: Usted, que ha de conocer estos pagos...

EL CHACARERO: Sí, señor, Rudecindo Lagos, para servirle.

EL PASAJERO: Hágame el favor de hablar más alto, porque soy bastante sordo.

EL CHACARERO: ¡Si no grita más no podré entenderle porque soy un poco torpe de oído!

EL PASAJERO: ¿Podría indicarme dónde queda la estancia "Los Leones"?

EL CHACARERO: ¡Claro que tienen fragancia mis melones! Es que son muy buenos; le haré traer
a algunos para que los pruebe.

EL PASAJERO: ¿Nueve? ¿Nueve qué? ¿Nueve leguas? ¿Tanto? ¡No puede ser!

EL CHACARERO: (Por la patrona que aparece en este momento en la puerta del rancho) Sí, ésa es mi mujer. (a la patrona). -Oye, tráele a este hombre una docena de melones, para que elija algunos.

LA PATRONA: ¡Ahá, muy bien! ¿Así que este caballero quiere tener relaciones con nuestra hija? Tanto gusto, señor. En seguida se la presentaremos. (Gritando hacia el interior de la casa)-¡Mariquita!... ¡Mariquita!... Esa chica es más sorda que yo, todavía... Un momentito, siéntese... (se introduce en la casa).

EL PASAJERO: ¿De modo que usted dice que la estancia "Los Leones" queda a nueve leguas de aquí?

EL CHACARERO: -Sí, señor; se lo he dicho y se lo repito. La fragancia de mis melones es exquisita...  (aparece la patrona con la sordita)

LA PATRONA: -No grites, hombre; aquí está Mariquita. (a su hija) -Bueno, hija, aquí tienes a tu pretendiente...

LA SORDITA: -¡Ay, mama! ¿Cuántas veces quiere que le diga que no me duelen los dientes?

LA PATRONA: ¿Que no tiene nada? ¿Y tú qué sabes? A lo mejor resulta que es rentista.

LA SORDITA: ¡Mamá, por favor! ¿Para qué quiero un dentista si yo no tengo enferma la boca?

LA PATRONA: - Ya sabes que tu madre pocas veces se equivoca: ha de ser rentista nomás.

EL CHACARERO: - ¿Y los melones, mujer?

LA PATRONA: - Es lo que yo le digo, ¿por qué te pones así, hija?

EL CHACARERO: Pero, si no le traes ninguno, ¿cómo quieres que elija?

LA PATRONA: Es que tú ya sabes cómo es esta niña; ella quiere salir siempre con la suya. (al pasajero). Esta es mi hija, se llama Mariquita.

EL PASAJERO: ¿Cómo cerquita, si su esposo me ha dicho que faltan nueve leguas?

LA PATRONA: (al chacarero) ¿Qué dice este hombre de las yeguas?

EL PASAJERO: Sí, y como ya quedan pocas horas de luz.

LA SORDITA: - No, todavía no soy señora.

EL PASAJERO:- No se ni siquiera si es bueno el camino.

LA SORDITA: ¡Ah, yo no pretendo que usted sea adivino; me he limitado a hacerle saber que a la fecha sigo soltera!...

EL PASAJERO: ¡Ah!, ya entiendo: ¿llegando a la tranquera, sigo hacia la derecha? ¿Y de ahí, a "Los Leones"?

EL CHACARERO: ¡Ah, como buenos, le aseguro que son buenos! Y puedo mandarle todos los que quiera...

EL PASAJERO: Sí, ya me dijo la señorita: de la tranquera a la derecha.

LA PATRONA: Yo no digo que usted no la quiera a la chica, pero convendría que fijara fecha...

EL PASAJERO: (desapareciendo) Hasta otra vez, y perdonen la molestia.

LA PATRONA: ¡Oiga, oiga! ¡Más bestia será usted, atrevido!

EL CHACARERO: ¿Qué? ¡Tiene razón!, ¿o iba a esperar hasta mañana a que le trajeras los melones?

LA PATRONA: No y no. Jamás consentiré que nuestra hija tenga relaciones con semejante gente.

LA SORDITA: Déjelo que se vaya; total aquí a nadie le duelen los dientes...

EL CHACARERO: No es que te lo reproche, pero hubiera comprado tres o cuatro...

LA SORDITA:- ¡Ay, qué bueno eres, papá! ¿Oyes, mamá? Dice que esta noche nos llevará al teatro a ver las comedias.

LA PATRONA: ¡Cierto!, ya me había olvidado de que tenía que zurcirle las medias. ¿Sabes dónde he dejado la lana azul?

LA SORDITA: ¡No me digas! ¿La comedia de Barba Azul? ¡Qué bonito título! ¡Ay, qué contenta estoy madre mía!

LA PATRONA: -Es lo que le digo siempre a tu padre; ¡que Dios nos conserve esta armonía!, porque el día que no nos entendamos, esta casa será un infierno...

TELÓN

"La pelota" (Felisberto Hernández)


Cuando yo tenía ocho años pasé una larga temporada con mi abuela en una casita pobre. Una tarde le pedí muchas veces una pelota de varios colores que yo veía a cada momento en el almacén. Al principio mi abuela me dijo que no podía comprármela, y que no la cargoseara; después me amenazó con pegarme; pero al rato y desde la puerta de la casita -pronto para correr- yo le volví a pedir que me comprara la pelota. Pasaron unos instantes y cuando ella se levantó de la máquina donde cosía, yo salí corriendo. Sin embargo ella no me persiguió: empezó a revolver un baúl y a sacar trapos. Cuando me di cuenta de que quería hacer una pelota de trapo, me vino mucho fastidio. Jamás esa pelota sería como la del almacén. Mientras ella la forraba y le daba puntadas, me decía que no podía comprar la otra. Y que no había más remedio que conformarse con esta. Lo malo era que ella me decía que la de trapo sería más linda; era eso lo que me hacía rabiar. Cuando la estaba terminando, vi cómo ella la redondeaba, tuve un instante de sorpresa y sin querer hice una sonrisa; pero enseguida me volví a encaprichar. Al tirarla contra el patio el trapo blanco del forro se ensució de tierra; yo la sacudía y la pelota perdía la forma: me daba angustia de verla tan fea; aquello no era una pelota; yo tenía la ilusión de la otra y empecé a rabiar de nuevo. Después de haberle dado las más furiosas “patadas” me encontré con que la pelota hacía movimientos por su cuenta: tomaba direcciones e iba a lugares que no eran los que yo imaginaba; tenía un poco de voluntad propia y parecía un animalito; le venían caprichos que me hacían pensar que ella tampoco tendría ganas de que yo jugara con ella. A veces se achataba y corría con una dificultad ridícula; de pronto parecía que iba a parar, pero después resolvía dar dos o tres vueltas más. En una de las veces que le pegué con todas mis fuerzas, no tomó dirección ninguna y quedó dando vueltas a una velocidad vertiginosa. Quise que eso se repitiera pero no lo conseguí. Cuando me cansé, se me ocurrió que aquel era un juego muy bobo; casi todo el trabajo lo tenía que hacer yo; pegarle a la pelota era lindo; pero después uno se cansaba de ir a buscarla a cada momento. Entonces la abandoné en la mitad del patio. Después volví a pensar en la del almacén y a pedirle a mi abuela que me la comprara. Ella volvió a negármela pero me mandó a comprar dulce de membrillo. (Cuando era día de fiesta o estábamos tristes comíamos dulce de membrillo.) En el momento de cruzar el patio para ir al almacén, vi la pelota tan tranquila que me tentó y quise pegarle una “patada” bien en el medio y bien fuerte; para conseguirlo tuve que ensayarlo varias veces. Como yo iba al almacén, mi abuela me la quitó y me dijo que me la daría cuando volviera. En almacén no quise mirar la otra, aunque sentía que ella me miraba a mí con sus colores fuertes. Después que nos comimos el dulce yo empecé de nuevo a desear la pelota que mi abuela me había quitado; pero cuando me la dio y jugué de nuevo me aburrí muy pronto. Entonces decidí ponerla en el portón y cuando pasara uno por la calle tirarle un pelotazo. Esperé sentado encima de ella. No pasó nadie. Al rato me paré para seguir jugando y al mirarla la encontré más ridícula que nunca; había quedado chata como una torta. Al principio me hizo gracia y me la ponía en la cabeza, la tiraba al suelo para sentir el ruido sordo que hacía al caer contra el piso de tierra y por último la hacía correr de costado como si fuera una rueda.
Cuando me volvió el cansancio y la angustia le fui a decir a mi abuela que aquello no era una pelota, que era una torta y que si ella no me compraba la del almacén yo me moriría de tristeza. Ella se empezó a reír y a hacer saltar su gran barriga. Entonces yo puse mi cabeza en su abdomen y sin sacarla de allí me senté en una silla que mi abuela me arrimó. La barriga era como una gran pelota caliente que subía y bajaba con la respiración y después yo me fui quedando dormido.
FIN